MODA TÓXICA VS MODA RECICLABLE
La moda es un mecanismo que regula las elecciones,
asociadas al gusto colectivo y que expresa los valores característicos de una
época, una sociedad, y entran en decadencia con ella. Con el correr de los
años, este flujo productivo entre industria generadora y consumidor de moda fue
acotando sus tiempos, creando ciclos cada vez más cortos, fomentando el
derroche y el consumo desenfrenado. Este sinfín de producción, precisa
de cantidades exacerbadas de recursos energéticos, potables y humanos. Las
consecuencias son visibles, la explotación pareciera no acabar. La contaminación
que provoca la industria textil es de valores inconmensurables, fomenta
indirectamente a la contratación de mano de obra esclava, y a la frenética
cultura del desecho
Es ahora, con la creciente “generación de
consumidores verdes”, o ecológicamente comprometidos,
en donde hay que comenzar a ser un factor de cambio. “El 80% establecido cuando se lo diseña”.
La clave para alcanzar un futuro sostenible se basa en encontrar una forma de
satisfacer el estilo de vida de un modo más constructivo.
El proceso hacia un desarrollo más
sostenible, es decir la manera en que podemos resolver las necesidades actuales
sin comprometer el desarrollo de las generaciones futuras pasa, entre otras
instancias, por la minimización del impacto ambiental global asociado al ciclo
de vida de los productos.
De esta manera surgen diseñadores comprometidos con la causa, pues como
artífices de la creación de un producto textil o una prenda, deben intervenir en cada parte del proceso,
conocer la procedencia de la materia prima,
quienes participaron de su obtención; cómo es el proceso para obtener el
producto final, cómo puede reutilizarse al final de su vida útil.
Tienen que contemplar acciones que permitan medir, contabilizar y
reducir el consumo de materiales, energía, dispersión de sustancias tóxicas, intensificar
el reciclaje,
prolongar la durabilidad
de los productos, agregar valor a los bienes y servicios, y finalmente considerar aspectos
orientados a la equidad, la ética y la responsabilidad social.
Deben plantear dentro de este concepto además, la educación del
consumidor en la importancia de la reutilización o reciclaje de los productos,
creando así un ciclo de retroalimentación (de la cuna a la cuna), inspirando en la lógica pro-cíclica
de la naturaleza
y proponer reemplazar el diseño unidireccional manera relaciones sustentables
entre la industria
y el ambiente.
En el mundo se han desarrollado una serie de normas orientadas a la
certificación de los productos y procesos orgánicos. En nuestro país, esta “conciencia
ecológica” también se encuentra en pleno desarrollo, ya se han
gestado los procedimientos para la certificación orgánica primaria y se está
trabajando en los protocolos de certificación de los procesos restantes.
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